jueves, 11 de abril de 2013

Apodos

No me gustan. Despersonalizan. Alejan de la amistad verdadera. Enfrían la amistad.
Llamar a la gente por el apellido... me parece empobrecer el trato. No porque el apellido no sea digno, todos lo son, sino porque el nombre cristiano, ennoblece y singulariza a la persona.
Y... porque a todos nos gusta que nos llamen por nuestro nombre. ¿A que sí?

1 comentario:

Anónimo dijo...

En una ocasión, no hace muchos meses, me emocionó el que una persona me llamara por mi nombre. Era alguien que no tenía por qué recordarme y pensé que se había olvidado. Yo no me identifiqué personalmente y cuando me llamó por mi nombre, me emocioné y me dí cuenta que había estado todo ese tiempo rezando por mi "con mi nombre".

Realmente me sentí apreciada y que no era impersonal.