sábado, 15 de octubre de 2011

Desde Perú


Nos envía este relato una médico, que nada más acabar la especialidad se fue unos meses a ayudar a la gente más necesitada en aquel país (para leer el relato pincha aquí). Qué buen modo de recordar que hay que darse a los demás estemos donde estemos, y dar gracias a Dios por todo.


2 comentarios:

Pseudonima anónima dijo...

Los mejores ojos y las mejores sonrisas las he visto en países donde no había nada, en algunos ni casa. La mayor generosidad también la he encontrado allí. Desde allí mi vida resultaba artificial y ridícula, pero luego vienes aquí y de nuevo la comodidad y el materialismo se me pegaba como un chicle.
Cuánto complicamos la vida, que sólo son dos cosas importantes!
Gracias! Me ha entrado morriña de otros lugares y de otro estilo de vida más sencillo.

Miriam dijo...

Impresionante el testimonio.

Y surge la vergüenza ante el recuerdo de tantas malas caras que he puesto cuando creía que no era justo, que yo recibía menos, o me tocaba trabajar más, o siempre me toca a mi, o los otros también podrían ...

Y gracias a Dios, también surge el propósito.

(gracias, ya he podido entrar en el el enlace¡¡