El viernes al volver a casa vi a cierta distancia a unos chicos bastante jóvenes que iban muy alegres. Es bonito ver gente alegre, pero estos iban demasiado alegres, la cosa no era natural; quiero decir que iban borrachos, en fin... Yo comprendo (no comparto) que un adulto lleno de problemas encuentre cierto desahogo en tomar unas copas (contadas), pero... ¿unos chavales? El sentido de la vida no se encuentra en el fondo de un vaso, ¡ojalá fuera tan fácil! El sentido de la vida hay que buscarlo, pero en otro sitio: en el fondo de uno mismo, y eso no resulta tan embriagador. Me vienen a la memoria unas palabras de Fausto a Mefistófeles: no quiero la felicidad, quiero el vértigo.
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