lunes, 31 de octubre de 2011
domingo, 30 de octubre de 2011
Sentirse protegidos
sábado, 29 de octubre de 2011
Felices de ayudar
viernes, 28 de octubre de 2011
La alegría de lo sencillo
Relato muy bueno. Nos lo manda una doctora que está colaborando en Perú en iniciativas solidarias.
jueves, 27 de octubre de 2011
Book
miércoles, 26 de octubre de 2011
Experimento comparte
martes, 25 de octubre de 2011
Para los forofos de Apple
lunes, 24 de octubre de 2011
Vamos demasiado deprisa
domingo, 23 de octubre de 2011
Liderazgo es compromiso
sábado, 22 de octubre de 2011
Hacer crecer la fidelidad
viernes, 21 de octubre de 2011
Soñar con lo que valga la pena
jueves, 20 de octubre de 2011
Cuidar a los que vienen detrás
miércoles, 19 de octubre de 2011
Contar con los demás para trabajar
martes, 18 de octubre de 2011
Fijarse en el prójimo
lunes, 17 de octubre de 2011
Positive thinking
domingo, 16 de octubre de 2011
¡Vinieron andando a la JMJ desde Barcelona!
Nos lo manda desde Barcelona, Carolina, que con los jóvenes de su parroquia, vinieron ¡¡¡andando!!! Sí, has leído bien. Impresionante. ¡Muchas gracias por vuestro ejemplo!
Mucha gente me pregunta ¿Por qué fuisteis andando a Madrid? ¿Qué sentido tiene ir a pie pudiendo ir en AVE? Y me vienen a la cabeza tantos recuerdos y anécdotas divertidas que me hacen pensar en la pena que me hubiera dado haberme perdido el participar de semejante idiotez.
Para empezar, esta peregrinación ha marcado un antes y un después en nuestras vidas. Estoy completamente segura de que nadie ha vuelto a su casa igual. Todos, de una manera u otra, hemos salido removidos por dentro. Por lo menos tendremos todos un gran recuerdo de esta aventura y nunca la olvidaremos. ¡Podremos contar a nuestros nietos que fuimos caminando hasta Madrid! Y que de cada kilómetro andado conseguimos un Euro para construir un centro para los niños en el tercer país más pobre del mundo.
Te das cuenta de que nada es imposible. (...) Una de las cosas que más me ha sorprendido ha sido la capacidad que tenemos de sonreír. Parece que cuanto menos se tiene más se sonríe, porque lo que es más cotidiano en nuestras vidas se ha convertido estos días en motivo de alegría. Pues era imposible ofrecer un vaso de agua fría y no obtener a cambio una sonrisa. O decir que mañana nos levantamos a las 4 de la mañana en vez de a las 3 y no escaparse 131 sonrisas y un aplauso general. O decir que hoy dormimos en cama y estallar de alegría. O solo el hecho de estar juntos en una tertulia, a pesar del cansancio, se podía ver las sonrisas de cada uno de los peregrinos. Supongo que si nos hubiéramos trasladado a Madrid en tren o en autobús, no hubiéramos tardado en buscar una cómoda posición, sin pasar frío o calor, hubiéramos parado por el camino a comprar cuatro gominolas y una Coca-Cola, hubiéramos sacado los auriculares con muy buena música en el MP3 pero también hubiéramos ganado el campeonato de caras largas. (...)
Era la primera vez que le veía directamente. Su pelo me pareció más blanco y brillante que por las pantallas, pero su presencia y su piedad me hicieron volver a recogerme en oración (esta vez dos pasos más adelante). Después pensé que eso sería lo máximo que podría acercarme así que saqué la cámara e hice unas cuantas fotos para que los que no habían podido subir viesen que estuve cerquita. Entre foto y foto, y con la excusa del enfoque y la visibilidad, fui adelantando más y más. Finalmente, después de la bendición, llegué a la primerísima fila. Justo cuando el Papa ya volvía a su sede, vi que todas las personas que había a mi alrededor eran sensatas y ninguna se movía de su lugar. (...)
Pero de repente se abrió un hueco entre dos espaldas que iba directo a la cara del Santo Padre y como si mi ángel de la guarda me pegara un empujón me tiré a cogerle la mano. Cuando la tuve entre mis manos la apreté fuerte. Le llamé: “Benedicto!”. Entre tanta gente oía mi voz muy apagada y como afónica. Volví a gritar: ”Benedicto!” Por fin sus ojos se fijaron en los míos y tuve que aprovechar la ocasión. Pensé en lo contentos que se pondrían los caminantes si el Papa se enteraba de nuestra gran hazaña por España, así que sin perder un segundo de su atención, le dije sosteniendo su mano derecha con las dos mías: “Venimos andando desde Barcelona!”. Él se sorprendió y arqueando las cejas me dijo: “¿Andando?”. Yo no podía creer que se hubiese enterado de lo que le decía entre tanto tumulto y hablando en mi idioma. Entonces continué diciéndole: “Si, de Santa Teresita de Barcelona.” No podía entretenerle más porque había demasiada gente y yo ya estaba contenta con pensar que el Papa sabía de primera mano que veníamos andando. Entonces pensé que tenía que terminar antes de que un poli me arrancara de las manos del Papa y entonces le dije: “Lo hemos hecho por Cristo y por Usted”. Después le di un beso en el anillo y apretándonos las manos mutuamente me miró con una sonrisa serena y llena de paz y me fui. Miré a mi alrededor y sólo podía dar gracias a Dios y empecé a explicarlo a todo el que se me cruzaba por delante. A Mercé, Ana, Elena, Sandra, Marlene.. También a los obispos que les habíamos contado que veníamos andando.. Ahora les contaba que el Papa lo sabía y que le había dado un beso. Estaba muy feliz de pensar cómo se pondrían de contentos los peregrinos cuando les contara lo ocurrido. Ahora sólo había prisa por llegar a la zona y explicarles que el Papa había alucinado con que fuésemos andando. (...) Supongo que ahora se entiende un poco más el sentido de haber ido caminando a Madrid. Los que no lo han podido hacer, viendo el testimonio de todos nosotros, también pueden animarse a caminar en su vida a la luz de Cristo para ser felices y empezar a tomar las riendas, porque la peregrinación no ha acabado, sólo ha hecho que empezar.
sábado, 15 de octubre de 2011
Desde Perú
Nos envía este relato una médico, que nada más acabar la especialidad se fue unos meses a ayudar a la gente más necesitada en aquel país (para leer el relato pincha aquí). Qué buen modo de recordar que hay que darse a los demás estemos donde estemos, y dar gracias a Dios por todo.