Y terminamos esta serie, o no, je, je..., con una anécdota de un amigo que me contaba que su perro no dejaba de ladrar hasta que él no ordenaba algo que Pulpetta (así se llamaba) había encontrado fuera de su sitio. ¡A cuántas madres les gustaría tener un perro así!
2 comentarios:
Ja, ja, ja, es buenísimo.
Si existiera un perro así yo también lo querría en mi casa, pero mucho mejor si en vez de ladrar te ordenara las cosas.
Y su amigo ...no sería generoso y me prestaría a Pulpetta un rato?
Publicar un comentario