No me gustan. Despersonalizan. Alejan de la amistad verdadera. Enfrían la amistad.
Llamar a la gente por el apellido... me parece empobrecer el trato. No porque el apellido no sea digno, todos lo son, sino porque el nombre cristiano, ennoblece y singulariza a la persona.
Y... porque a todos nos gusta que nos llamen por nuestro nombre. ¿A que sí?
1 comentario:
En una ocasión, no hace muchos meses, me emocionó el que una persona me llamara por mi nombre. Era alguien que no tenía por qué recordarme y pensé que se había olvidado. Yo no me identifiqué personalmente y cuando me llamó por mi nombre, me emocioné y me dí cuenta que había estado todo ese tiempo rezando por mi "con mi nombre".
Realmente me sentí apreciada y que no era impersonal.
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