(Yolanda, la autora del artículo de arriba, Bea y Belén)
LE ATRAÍA DAR VIDA
A LOS DEMÁS
Yolanda Langdon
Durante nuestra estancia en el hospital teníamos en la
cabeza una sola cosa: «Belén, tienes que salir de esta». Nos decíamos, «si ha
llegado aquí es porque aún no ha llegado su momento». Pasadas las primeras 24
horas veíamos una chispa de esperanza que acrecentaba la intensidad de
confianza en nuestras oraciones. Estaba siendo fuerte. Sin embargo sabíamos que
hay una voluntad superior que decide seguir o cesar con la vida de Belén y que
nosotros sólo podíamos intervenir con oración. Si hay una cosa que
caracterizaba a mi hermana era su espíritu de servicio. Todo lo hacía con una
sonrisa que delataba la felicidad que sentía al darse a los demás. Vivió siendo
servicial, su causa de muerte fue por un acto de servicio y, habiendo ya
fallecido, sus padres confirmaron a través de un contrato el deseo de Belén de
donar algunos de sus órganos, los que servían después del trágico accidente.
Esta es una de las cosas que más consuelo nos da a la familia. Las ocasiones
que se presentaron a lo largo de su vida para reflexionar acerca de la muerte,
Belén de ningún modo las evitaba. Hablaba con naturalidad y sinceridad
profundas. En una ocasión, charlando sobre la donación de órganos, ella no dudó
un segundo en manifestar su consentimiento. La idea de dar vida a los demás le
atraía como todo lo que suponía ayudar y hacer felices a las personas.
Un gesto de rabia, nos imaginamos, debió de salir de Belén
desde allí arriba al ser anulados los trasplantes. Seguramente pensó, «es lo
único que podía ofrecer». Lo cierto es que, aún en estos momentos, Belén no
está pasando desapercibida. Sigue presente en su familia, en sus amigas y en
mucha gente que está confiando en ella numerosas peticiones de diversa índole.
Poco a poco, Belén va concediendo favores a la gente que acude a ella con fe...
Podría decir infinidad de ejemplos en los que Belén dejó de pertenecerse a sí
misma para dar cabida a los demás. Profundizó y asimiló la educación que
nuestros padres nos inculcaron desde pequeños y con una fe inmensa, Belén,
desde siempre perteneció al que con amor ahora la acoge. Luchó por ser buena
persona y estamos seguros de que lo consiguió. Llamaba la atención el buen
humor que tenía. Como bien han dicho sus amigas, allí a donde iba se notaba su
presencia. En casa alguna amenaza recibió de mi madre en lavarle la boca con
jabón por decir palabras malsonantes. También en cierto modo era omnipresente,
sus cosas, ropa, apuntes y demás reinaban en cada rincón de la casa. Para mí,
Belén era pequeña, pero me superaba con creces en generosidad. De ella saqué
lecciones de entrega... La relación con cada una de sus amigas era única e
irrepetible. Se asimila, en cierto modo, al amor y al trato que nuestra madre
guarda para con cada uno de sus hijos.
La pérdida de Belén supuso una agonía en mi madre. Más de
una vez dejó caer que si se la llevaban le estaban quitando una parte de su
alma. Todos teníamos algo de Belén, precisamente porque en vida se dejó hacer y
se dio hasta el último momento. Durante la fiesta en el Madrid Arena una amiga
suya se estaba mareando, a Belén le faltó tiempo para ofrecerse y llevarle un
vaso de agua. Para ello volvió a entrar en el recinto y allí encontró la
muerte. La queríamos con sus defectos y sus virtudes. Pero en Belén lucían más
virtudes que otra cosa. Además hacía compatible los actos de servicio con
pasar, al mismo tiempo, desapercibida. Sabía servir sin que los demás se
percataran de que era ella la que estaba detrás de cada detalle.
Ahora sabemos que Belén vela por cada uno de nosotros,
mantiene y acrecienta nuestra unión familiar. No estamos solos, tenemos un
ángel en el Cielo. Un ángel que está al servicio de todo aquél que se confíe a
ella, porque Belén sigue siendo generosa.
Leer aquí "El pequeño hobbit de la gran sonrisa", de Gema Sánchez de la Nieta.
3 comentarios:
Muchas gracias por los dos artículos. ¡Son preciosos!
Gracias por este gran ejemplo de familia , están haciendo mucho bien. Estoy segura que Dios les cuidará mucho.
Menudo ejemplo el que nos dio Belén aquella noche al ir a buscar agua para una amiga que se encontraba mareada, lo que no sabia esque no iba a volver; fue un acto de entrega total por los demás, me imagino que uno más de los que tendría en su corta pero fructífera vida. Todo un ejemplo de comportamiento en esta sociedad en la que uno solo mira por uno mismo. Gracias Belén!
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