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"Me contó una madre del colegio, que iba con su hija por la calle hace unos días, y de pronto se para y le dice: "¡Pero si es Antonio!" Se acerca al pobre que estaba tumbado en la calle pidiendo, le da un par de besos, y habla con él un buen rato, como si se conocieran de toda la vida. A ese hombre, ajado por la dura vida de la calle, le cambia la cara.
Cuando se despide, le pregunté a mi hija, que de qué le conocía... "De los desayunos solidarios. Le he llevado café y pastas mogollón de veces".
Estos chicos hacen algo similar, y se ve que también con cariño.
1 comentario:
¡Qué bonita historia! ¡Me siento orgullosa de llevar a mis hijas a Aldeafuente!
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