Son una mala compañía. Nos hacen terminar mal las cosas. Engañan, porque parece que trabajamos más, y no es así. Nos cansamos más. No disfrutamos de lo que hacemos, porque estamos pensando en lo que tenemos que hacer después. Imposibilitan o hacen más difícil, la presencia de Dios y seguro que son malas para la salud.
Ojalá nos acostumbremos a hacer una cosa después de otra, sin perder la paz: sin prisas.
1 comentario:
Gracias por los consejos,no saben como me vienen.Hoy haré la oración sobre "mis prisas".
Mala consejera la prisa.
Buen fin de semana.
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