Conseguir una virtud, lleva tiempo.
Aprobar una asignatura, y sacar además buena nota, supone esfuerzo.
Consolidar el trato con Dios, haciendo oración todos los días, por ejemplo, requiere sacrificio, sacar tiempo, buecar un sitio, pensar un tema...
Hay que pagar un peaje por las cosas que merecen la pena.
En las cosas de Dios, el valor del esfuerzo, nunca es superior al de lo que Dios nos da a cambio: nadie da más por menos. ¡Merece la pena!
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