miércoles, 2 de septiembre de 2009

¡Rápido, rápido!

Los anunciantes de esta compañía de telefonía quieren demostrar que hay cosas que hay que verlas al instante, y que su conexión es la más rápida, porque permite ver enseguida, rápido, rápido, lo que uno no puede esperar.
No tengamos prisa en este comienzo de curso. Ir haciendo con ritmo, pero sin precipitarse, contando con Dios, ofreciéndole el esfuerzo de arrancar la maquinaria de nuevo, pero sin caer en el agobio por culpa de la precipitación.
Al menos, yo lo veo así.

4 comentarios:

Pseudonima anónima dijo...

De las prisas, despistes y otras consideraciones religiosas tengo una anecdota a los 10 años , que me ha recordado la entrada de hoy.
Regresaba de una convivencia de verano y me fui al cine con mis hermanos. Llegábamos tarde , la peli empezada , y justo antes de meterme en la fila ,me apoye en la butaca de al lado e hice una genuflexión solemne... Todavía recuerdo la cara de mi hermano y de la gente de alrededor(hoy dia pensarian que habria tropezado o algo asi)
Luego en algún momento se lo dije al sacerdote de mi cole,y como era bastante parco en palabras, me dijo: "fulanita, la prisa mata el Amor".
Han pasado algunos años para entender esto: la prisa mata el Amor, mata nuestros propósitos,todas las cosas que este verano hemos visto que habría que darle "otro toque". Organización, orden, horario y todo esto llevarlo al Sagrario. Si me entra la prisa , por favor que alguien me
lo recuerde!
Buen día despacito!

Jaime Sanz dijo...

Tomamos nota: "la prisa mata el Amor". Sencillamente fantástico. A mi me sucedió algo similar, pero en la sala de estudio de un colegio mayor, al que vino Esperanza Aguirre de visita, cuando era presidenta del Senado.
Estaba oscuro, y al enseñarle la biblioteca, solemne, de un edificio de los años 40, oscura, con un mural en el fondo, techos altos y con un crucifijo en la entrada, la genuflexión de la presidenta se oyó en toda la universidad de Barcelona. Luego, todo sea dicho, se detuvo un rato rezando en el oratorio... de verdad.

Angelo dijo...

Que resultados más nefastos nos dan las prisas. Cuantos arrepentimientos de haber corrido al comprobar el resultado. Con Dios pasa lo mismo, qué sensación de no haber rezado cuando se ha hecho corriendo. Qué paz interior y consolación cuando se está a solas con EL. un abrazo

Anónimo dijo...

Me lo apunto...a veces me llaman doña venga, venga...